SOBRE MÍ:

Así podrás calzar mis zapatos, andar por mi vida y atreverte a opinar por qué, para qué y cómo hago.

Tenía 35 años y por fin parecía estar cambiando mi suerte, en realidad no era suerte; por fin parecía estar dando frutos el trabajo y sufrimiento de muchos años. 
 
Sí, así era. Empezaba a gozar de una estabilidad laboral merecida tras estudiar y aprobar las oposiciones para Médico de Familia en Puente Genil, ello me permitía también organizarme para estudiar el Máster de Medicina Estética que estaba a dos meses de terminar. Todo, había supuesto mucho trabajo.
 
¿Y el sufrimiento? El sufrimiento había venido con las relaciones sentimentales que había establecido antes de conocer a Franci. En ello también tuve que trabajar, con una psicóloga. Cuando nos enfocamos en una meta, en mi caso estudiar para ser médico, dejamos de visualizarnos. Recibimos tantos mensajes inequívocos del exterior que si no ponemos filtros y  paramos a preguntarnos cómo nos está influyendo…al cabo de los años, en nuestra madurez, podemos llegar a ser unos perfectos desconocidos para nosotros mismos. Alguien me hizo pensar en plena adolescencia que por la miocardiopatía hipertrófica que padecía, sólo un hombre descerebrado e irracional estaría conmigo. Pensaba que el no tener un ideal de pareja me ayudaría a encontrar más fácilmente a esa persona que me acompañaría el resto de mi vida, que me hiciera sentir especial, con la que pudiera crecer, y él crecer conmigo. Todo dio lugar a un coctel explosivo de creencias erróneas y baja autoestima. Así, cualquier chico que se me acercaba con cuatro palabras bonitas o cuatros citas divertidas, hacía brotar en mí sentimientos de afecto y pensamientos de gratitud exagerados, pensando que podíamos iniciar algo especial. Idealizaba las relaciones desde el principio y después les reprochaba lo que no eran o esperaba que fueran. Empecé a dedicarme tiempo para conocerme, para estar sola, para saber mis faltas y puntos débiles; saber qué quería y no aportar a la otra persona, que me gustaría que me aportara la otra persona y que NO permitiría de la otra persona. Tras más de un año de crecimiento personal fui un día a la carnicería a comprar solomillo, y allí estaba el, Franci. De nunca verlo por el pueblo, me lo encontraba después en todas partes. Comenzamos a conocernos. Para el yo fui un flechazo, para mí se convirtió en un “aditivo” (no quería salir con él, ni con nadie en ese momento, pero cada vez que me lo encontraba, todo tiempo que pasábamos juntos me parecía poco). Desde el principio supe que no era “un carnicero de pueblo cualquiera”, podía hablar de cualquier tema y su discurso me embelesaba. Tres meses después de ir juntos al cine, nos fuimos de vacaciones al extranjero, y en una fábrica de diamantes que visitamos en Ámsterdam (lugar famoso por estas fábricas, además de por el barrio rojo), me compro un anillo de diamante y me aseguró que terminaría casándose conmigo. Un año después me pidió matrimonio.
 
Se acercaban las Navidades del 2013-14. Los meses previos estaban siendo de locos con las sustituciones, aumento de guardias, proyecto final del máster, terminar los trabajos en la consulta privada, etc. Estaba muy cansada, había puesto algunos kilos de peso, comía más, me había crecido bello en la cara, me habían vuelto a salir granos, el pelo era como una fábrica de aceite, …todo lo asociaba al estrés y a que estaba comiendo más veces fuera de casa. Sólo pensaba en las vacaciones para descansar, hacerme un buen chequeo y poner los medios para poder sentirme mejor, en cinco meses me casaba y aún no me había probado ningún traje de novia. Todo lo que parecía importante, había sido postergado por un modo de vida que parecía llevarme al éxito profesional y personal. Oía a mi cuerpo pero no lo escuchaba.
 
El 24 de Diciembre tuve guardia en Espejo y mis padres y Franci fueron a acompañarme para cenar. Yo había intentado decorar el comedor de la estancia donde hacemos la guardia y ellos trajeron la cena. En plena noche y lloviendo tuve que salir a atender a algunos pacientes a sus domicilios, la cena se interrumpió en varias ocasiones pero su compañía me hizo sentir que la noche no estaba siendo tan mala. Después se fueron y terminé la guardia hasta la mañana que vino el relevo. El día 25 de Diciembre sería peor; la gente al levantarse es cuando se dan cuenta de los dolores, las heridas, que el pie que se torció por la noche sigue con dolor, que el estómago no se le ha asentado aún, etc. Yo llegué a mi casa destrozada, no tenía ganas de hacer otra cosa que de estar sentada en el sofá…pero había que seguir, ¡un último esfuerzo! Lo típico, día 25 de Diciembre, comida con la familia, salir a ver el ambiente y alumbrado del pueblo aprovechando que mis padres estaban pasando esos días conmigo, y si nos encontrábamos con amigos…la salida se podía prolongar hasta la noche. “Después descansaré”- repetía una y otra vez. Además, ya estaba de vacaciones, no volvería a trabajar hasta el día 7 de Enero del 2014, al menos, eso pensaba yo.
 
Mi apartamento era un dúplex con dos plantas diáfanas, arriba el dormitorio con un baño completo. A través de unas escaleras se comunicaba con la parte de abajo donde había un salón-cocina, aseo y una preciosa terraza que me tenía enamorada. Sólo había puertas en los baños, nada más. Mis padres dormían arriba, Franci y yo en un sofá-cama en el salón. Era un apartamento cómodo para dos personas pero justo si las visitas se prolongaban más de unos cuantos días. Esa noche ya no pude dormir, cada vez que me tumbaba el pecho me oprimía, el aire me faltaba; entonces me sentaba, mejoraba, volvía a intentarlo y cada vez aguantaba menos. Mis continuos cambios posturales no dejaban dormir a Franci que en varias ocasiones preguntó si podía ayudarme en algo. “Trae mi maletín, por favor”- contesté una de las veces. Me estuve reconociendo y en las bases pulmonares escuchaba crepitantes, mi pulsioximetro marcaba 84-86% de Saturación de Oxígeno. Será que he cogido un resfriado y con las uñas pintadas el pulsioximetro no marca bien… Volví a oír a mi cuerpo pero tampoco lo escuché.
 
Por la mañana, Franci se fue a trabajar a la carnicería y nada más escuchar que mis padres estaban despiertos, subí a ducharme. Subir las escaleras me costó un gran esfuerzo, ducharme y vestirme parecía imposible, cada momento tenía que parar a coger aire con un suspiro. Apenas hablé, cuando estuve preparada le dije a mi padre que me acompañara al Centro de Salud que tenía que recoger unas cosas de mi consulta, no quería preocuparles. Me dejó en los aparcamientos y le dije que ya le llamaría para que me fuera a recoger. Pasé a través del Centro de Salud a las Urgencias del Hospital donde me atendieron mis compañeros. Estaba en Insuficiencia Cardíaca, necesitaba hospitalización. Me puse muy nerviosa, yo sabía que había algo más, a pesar de mi miocardiopatía hipertrófica de base, yo  sentía que mi corazón estaba respondiendo, y así se lo transmití a ellos. En el TAC descartaron que la causa fuera un embolismo pulmonar, entonces me quedé más tranquila, además iba mejorando con los días. Tras cuatro días ingresada, al alta, el Cardiólogo me dijo: “El corazón está bien, que te siga viendo tu cardiólogo de zona. Te derivamos a consultas externas de Endocrinología para que te estudien por un incidentaloma de 6 centímetros que casualmente aparece en el TAC”. 
 
¡Cuatro días ingresada y me lo dicen al alta! ¿Pero por qué no lo han consultado estos días con el endocrino? ¿Eso del incidentaloma…y si ha sido la causa de mi descompensación cardíaca? …Todas estas preguntas y muchas otras son las que aparecían en mi mente, rumiantes, de camino a casa y en los días sucesivos. Mis padres prolongaron su estancia con nosotros, todos nos habíamos asustado, cambiamos los planes y el Año Nuevo lo pasamos también en Puente Genil.
 
No dudé en pedir ayuda a mis compañeros del hospital y a mis compañeros de promoción por el whatsApp. ¡Lo que son las tecnologías! “Acercan a los que están lejos y aleja a los que están cerca”- como bien dice mi madre. Uno me pidió las pruebas para que cuando fuera al Endocrino ya estuvieran hechas. Tenía la sensación, en contra de todas las opiniones de mis compañeros, que ese incidentaloma era de carácter maligno y funcionante, productor de cortisol, y esa hormona había sido la causa de tantos cambios físicos en mi cuerpo y de mi incansable ritmo frenético. No paraba de consultar protocolos de estudio y manejo de los incidentalomas. Tras la resonancia magnética con contraste ya sabía que estaba en la corteza suprarrenal, que medía 6,5 cm y que no era adenoma (tumor benigno). “Esto me lo tengo que quitar ya” – me decía una y otra vez, pero aún no me había visto el Endocrino, y éste tendría que derivarme al Cirujano. 
 
Llegó el momento de ir a Badajoz, de contárselo a mis hermanas. Raquel es tres años mayor que yo, con dos hijas; y Alicia es dos años menor, por entonces embarazada de tres meses de su primera hija. Durante la formación MIR como Médico de Familia había asistido a varios cursos de cuidados paliativos, de cómo transmitir malas noticias. En el trayecto de mi profesión tuve que enfrentarme a varias situaciones delicadas donde puse todos mis conocimientos y cariño, y sé que lo hice bien. Pero en éste caso…nunca veía la ocasión. Un día fuimos de rebajas, subíamos las escaleras eléctricas del centro comercial. Yo iba delante, Raquel acariciaba la barriga de Alicia detrás. Ya en la planta les dije: ¿Sabéis? A mi también me está creciendo algo dentro. Raquel extrañada me miró y dejó de acariciar a Alicia para coger mi mano, Alicia directamente me abrazó riendo hasta que le aparte delicadamente para que me viera la cara que ya Raquel había leído. Entonces Alicia comenzó a marearse, nos acercamos a un sofá para que se pudiera sentar. Veía la cara de preocupación de Raquel por no saber a quién atender, si a mí o a Alicia pues estaba pálida, hablando casi sin voz: no puede ser, no, no …¿cómo nos lo dices así? Tenía toda la razón, años preparándome para ello y elijo la peor de las formas y lugar, pero es que, cuando a ti o a uno de los tuyos le toca, no hay ninguna forma buena de decirlo. “Todo irá bien”- les dije con una media sonrisa, pero mi momento de mostrarles todos mis miedos e inquietudes se perdió.
 
Tras la consulta de Endocrinología, nuevas pruebas para confirmar que todo salía alterado. Cada vez que me hacían pruebas se perdían 15 días. Ya un día, desesperada le propuse al Endocrino: “si es operable sí o sí por su tamaño, ¿por qué no me deriva mientras al Cirujano para que me vaya valorando? Es que mientras me ve el Anestesista, me vuelven a hacer pruebas…” Accedió. Unas amigas, Elena y Fátima, me pusieron en contacto con otro compañero y éste con el Cirujano para que todo fuera más rápido. Llevaba ya casi dos meses desde el diagnóstico inicial cuando me llamó el Cirujano para decirme que no me operaría en esa semana, que ya me llamaría. Al colgar lloré, entonces Franci me agarró por la cintura y me abrazó, no pude más que derrumbarme y llorar más. Eso crecía en mi interior sin saber a qué velocidad, sin un diagnóstico claro, con el convencimiento de los compañeros y de mi familia que era benigno y sin importancia, por mi parte que era maligno. Todo lo que consultaba me llevaba a pensar que se trataba de un carcinoma suprarrenal, donde el 50% de los casos a los 5 años estaban muertos, y el resto con recidivas. ¿Qué haría si sólo tenía cinco años? 
 
Por fin llegó el día de la intervención y todo salió bien. El tumor estaba encapsulado, no tenía mala pinta, informó el cirujano, pero había que mandarlo a analizar. Todo evolucionó sin complicaciones. Tendría que tomar durante un tiempo hidrocortisona varias veces al día para simular la función de la glándula suprarrenal. La medicación sería temporal ya que tenía la otra glándula intacta y en poco tiempo comenzaría a tomar ella el control de las necesidades de mi cuerpo. Me sentía agotada, cansada, pero sería cuestión de tiempo el irme adaptando a la nueva situación. Desde mi primer ingreso estaba de baja laboral, pero ya, con todo solucionado empecé a pensar en la recuperación para después de la revisión con el Cirujano incorporarme a mi trabajo. 
 
Era 3 de Abril, el 3 de Mayo nos casábamos, esa noche le celebramos a mi cuñada una fiesta sorpresa en mi casa por su cumpleaños, que sería el día siguiente, sábado. Ese sábado Franci se iba después de trabajar a Madrid para celebrar su despedida de soltero con los amigos; yo no tenía pensado aún nada de despedida, estaba muy cansada, no me encontraba aún bien, me dolía frecuentemente la cabeza, no tenía apetito, siempre tenía sueño, con cualquier pequeña tarea me entraban sudores. Esa mañana del sábado estaba recogiendo la casa y me estaba costando un gran esfuerzo. Estaba limpiando el polvo de la habitación y me tumbé en la cama, solo un rato para respirar, pero me quedé dormida. Al despertar seguía cansada, todo mi cuerpo me pesaba, iba como ralentizada de pensamientos y obras. “Un poco más y después descanso”- volví a decirme, y me puse a hacer la comida. Seguía oyendo a mi cuerpo sin escucharlo. Franci llegó a casa para cambiarse, pero cuando me vio, lo que cambió fue de opinión. Llamó a sus amigos, que ya estaban en Madrid y les dijo que no contaran con él, no me veía bien y quería estar conmigo. No tenía fuerzas ni para discutirle, le dije que se fuera, que después de comer me dormiría la siesta y me recuperaría. No me quiso hacer caso, y es que el siempre me ha visto con buenos ojos, oído y escuchado mejor que yo a mi misma. Entonces mi corazón se paró. 
 
Mi cuerpo se quedó gélido, blanco y rígido, después se relajó y tomó color azulado, mis ojos estaban vueltos, en blanco…me tiró del sofá al suelo, llamó a su hermana para que avisara a emergencias dando la dirección, el comenzó con el masaje cardiaco. Años antes había vivido una situación similar con su madre, ella falleció. La vida le había puesto con otra de las mujeres más importante de su vida en una situación similar. A los quince minutos de la llamada a emergencias llegaron los sanitarios, todos se estremecieron al reconocerme en el suelo, tirada, sin respuesta alguna a los golpes que Franci daba en mi pecho. Continuó hasta que el equipo médico estuvo preparado con el desfibrilador en mano… ¡FUERA! ¡DESCARGA!
 
Salí en la primera descarga con ritmo cardíaco normal, pero perdí el conocimiento. Me trasladaron a la sala de Urgencias del Hospital de Puente Genil, mi corazón se había vuelto a  parar, pero consiguieron sacarme nuevamente de la parada cardiorrespiratoria y estabilizarme. Esta vez estaba consciente pero muy agitada y desorientada. Solo preguntaba por Franci pero cuando se acercaba a mí y me hablaba no le reconocía. Me trasladaron a la UCI del Hospital Reina Sofía de Córdoba. Franci tuvo además que enfrentarse a darles la noticia a mi familia que estaban a 365 km de distancia. “Verónica está en el Hospital, se ha mareado y cuando despierte querréis estar aquí. Veniros”- ni pudo ni quiso decir más. A las 24h desperté, no sabía qué había pasado. Ya en planta reconocía a Franci, a mi familia, coordinaba perfectamente, pero era ajena a todo lo que ocurría a mi alrededor. Franci, su familia, mi familia, todos habían pasado por una situación que superaba cualquier mala experiencia que  pudieran esperar en la vida. Pero me veían con vida. Las noticias del día a día no eran mejores que lo que ya se había superado. Uno  de los días el Cardiólogo se dirigió a Franci en su despacho: “El edema cerebral se esta resolviendo, pero su corazón ha sufrido un gran daño, probablemente tendrá que entrar en lista para trasplante cardíaco, pero tras ver los resultados de la anatomía patológica del tumor que le operaron hace casi dos meses, CARCINOMA SUPRARRENAL DE ALTO GRADO, las expectativas y planes cambian, hay que hacer gammagrafía para ver la extensión verdadera del tumor”. Franci se mareó, su cara empalideció. De nuevo se vio solo ante una situación que a cualquiera desbordaría, nadie que le tocara el hombro, diera un abrazo y dijera algunas palabras de aliento. Debía además transmitírselo al resto, y a mi.
 
Ya cuando vino el Endocrino a darme el resultado de anatomía patológica había asumido el pronóstico, ya cinco años me bastaban y parecían suficientes, casi había perdido la vida en dos meses. La gammagrafía sólo mostró cuatro costillas rotas por el masaje cardíaco. Al salir de la sala  Franci empujaba la silla de ruedas en la que me trasladaban y mis padres esperaban de pie en la sala. Levanté los dedos pulgares y los brazos…entonces vi cómo mi padre rompía a llorar en brazos de mi madre, y ella con los ojos brillantes intentando consolarle. Empecé a ser consciente del sufrimiento de los demás en esa batalla que creía tener que librar sola.
 
Estando libre de metástasis era candidata a llevar un DAI (desfibrilador automático implantable) para evitar arritmias malignas que me llevaran a una nueva parada cardiorrespiratoria porque no siempre iba a tener a Franci al lado. En su implantación tuve una experiencia cercana a la muerte que me ayudó a entender muchas cosas, a perder el miedo a la muerte y a cambiar mi forma de sentir, pensar y vivir. Me angustiaba no saber por qué cuando me dio la parada cardíaca en casa no me acordaba de nada, ni de experiencia cercana a la muerte, y sin embargo en la implantación del DAI sí que la tuve. Gema, una compañera internista que me encontré dos años después en un restaurante, me dio la respuesta que nadie hasta entonces me había dado: Verónica, la primera vez en tu casa, directamente moriste y el edema cerebral no te permitió tener recuerdos de nada; en la implantación del DAI se hace una parada cardíaca controlada en la que estuviste cerca, con despertar inmediato, sin secuelas cerebrales.
 
Cuando algo así irrumpe en tu vida no sólo cambia tu vida, cambia la de los demás. Puedes pedirle a la vida salud para gozar de todo, pero lo más importante es tener la vida y gozar de lo más pequeño que nos brinda la creación. 
 
Estuve presente en Julio del 2014 en el nacimiento de mi sobrina Alejandra. Franci y yo nos casamos el 20 de Septiembre del 2014. Nuestra luna de miel cambió de Miami- ruta 66 a Cádiz y Madrid. Fue inolvidable, pero no por melosa y romántica como el resto de las lunas de miel. Estaba en tratamiento con Mitotano, un citotóxico, que aunque el Oncólogo se empeñaba en señalarme que no era quimioterapia, para mí y mi cuerpo no creo que fuera muy distinta. Vomitaba por cada esquina, un golpe de tos ya me tenía con el vómito en la boca. Diarreas de hasta 8-10 deposiciones diarias. De estar sentada en el wáter y vomitando en el bidel, y con tu marido detrás de la puerta por si me mareaba o necesitaba ayuda para levantarme después. Llegué a pesar 10 Kg menos. Como secuela del tratamiento: INSUFICIENCIA SUPRARRENAL PRIMARIA.
 
Ya no trabajo como médico de familia en el Centro de Salud, ni como Médico Estético. Ahora soy médico del barrio, de la Parroquia en la que colaboro con la evangelización cristiana como catequista y médico de mi familia, ¡por supuesto! Ahora procuro escuchar mi cuerpo. Dedico el tiempo que quiero con quien quiero. El mirar fuera, a los demás y entregarse a sus necesidades, hace que mi vida siga teniendo sentido, me sienta útil, realizada como una persona, dignificada en mi día a día, y disfruto preparando la comida o cualquier otra cosa para con Franci sobre todo.
 
Ya van seis años libre de enfermedad oncológica, soy de ese 50% que se quedan a vivir después de los cinco años primeros del diagnóstico. Camino, no, CAMINAMOS hacia un trasplante cardíaco si Dios me da la gracia de poderlo luchar…a mediados de Marzo me dirán si soy candidata o no para entrar en lista ya que mi corazón está al 20% y a veces necesito ayuda para las actividades básicas de la vida diaria. 

En estos seis años hemos hecho y viajado mucho, con momentos malos y buenos. Siempre Franci siendo mi Cirineo, mi gran apoyo, la razón de levantarme con alegría cada día con la fuerza que Dios me da. En esta nueva etapa el mayor cambio lo ha sufrido él, que ha optado por la generosidad y una muestra de amor tan grande que a veces me hace cuestionar si al cambiar los papeles, a mí me saldría hacer lo mismo. 
 
Para mí y Franci, la suerte no existe sin un trabajo previo o una causalidad.
Nacemos y nos hacemos, no debemos ser nosotros los que nos pongamos límites, ni dejar que los demás nos los imponga.